martes, 9 de abril de 2013

SAMPEDRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS


José Luis Sampedro nació en Barcelona en 1917. A los 4 años se traslada a Targer con sus padres, su padre era médico militar. A los 13 fue enviado a un pueblo de Soria a casa de un familiar. Aquí nació su afición por la literatura, leyendo sin parar los clásicos de aventuras. En 1936 mientras trabaja en Santarder, en aduanas, estalla la guerra civil. Militó en los dos bandos y de los dos salió escarmentado. Era "fusilable" por ambos bandos. En 1954 publicó su primera novela. Fue un gran economista, sociólogo, filósofo y escritor. Para siempre tendremos entre nosotros libros como La sonrisa etrusca o El río que nos lleva. Su última aportación es el prologo y un capítulo de ¡Indignados!, de Stéphane Hessel. El 8 de abril de 2013 falleció en Madrid a los 96 años, de manera sencilla y sin ruido, como el quería. 

Aquí remito algunos de sus pensamientos:
"Hay dos tipos de economistas: los que trabajan para hacer más ricos a los ricos y los que trabajamos para hacer menos pobres a los pobres". Eso dijo José Luis Sampedro después de recordar sus tiempos como Catedrático de Estructura Económica en la Universidad Complutense de Madrid y los cursos llenos de futuros ministros de Hacienda: Boyer, Solchaga, Solbes, Salgado... Todos alumnos suyos.

José Luis Sampedro tenía un sentido del humor que solo se nublaba cuando hablaba del presente: de la degradación de la enseñanza pública a favor de la privada; del plan Bolonia como extinción de una universidad "nacida para saber y no para hacer", "para ganar dinero". Han rendido la universidad, afirmó, a la productividad, según él, una de las "diosas de hoy", a las que todo se sacrifica. Las otras dos, añadió, son la competitividad y la innovación.

"Cada cultura ha tenido su referente. Los griegos, el hombre; la Edad Media, Dios; ahora, el dinero. Para mí el referente es la vida. Hemos recibido una vida y vamos a vivirla hasta el final. Pero para eso necesitamos la libertad, para que esa vida sea la nuestra y no la que nos mandan tener". Y añadió: "La libertad es como una cometa. Vuela porque está atada. Sin cuerda no vuela, y esa cuerda que facilita el vuelo pero se resiste al viento es la fórmula clásica de la revolución francesa: libertad, igualdad y fraternidad. En 2000 años hemos progresado técnicamente pero seguimos aislados en tribus, salvajes, matándonos unos a otros".

El Premio Nacional de Las Letras 2011 ha recaído en un hombre que aboga por una economía "más humana, más solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos", para quien la "productividad, competitividad e innovación" deberían ser sustituidas por "vitalidad, cooperación y creación".

En una estrevista:
¿Qué le sugiere que en el siglo XXI se declare santo a Juan Pablo II, fallecido hace cinco años? Hay una gran diferencia entre verdad y creencia. La verdad es la que podemos comprobar, y las creencias pertenecen a la zona imaginaria.

Obviamente, no es creyente. Yo no puedo decir si hay Dios o no. Creo que no, pero no tengo seguridad. Ahora, tengo la seguridad de que el Dios que nos vende el Vaticano es falso, y lo compruebo leyendo la Biblia con la razón y no con la fe. Cuando creemos lo que no vemos, acabamos por no ver lo que tenemos delante.

¿El amor es el consuelo del agnóstico? La gente suele identificar el amor con el hecho de hacer el amor, y piensa que a mi edad no tiene sentido. Claro que lo tiene. La compenetración, el afecto, el saberse sin hablar. Para mí, eso es más que siete Nobel. El goce de la vida no es cuestión de cantidad, sino de sensibilidad, intensidad, compenetración. La ternura da una intensidad profundísima. Y para eso no necesito el alma, tengo la mente. El cerebro, a base de combinar ideas como hace, peor, un ordenador, construye un mundo mental que da las sensaciones que se atribuyen al alma. Yo tengo memoria, algún entendimiento y voluntad. El mundo es energía. Todos tenemos una chispa. A lo que llaman alma, yo lo llamo mente.

"Los que tienen poder quieren más poder; los que tienen dinero, más dinero; los banqueros que están forrados quieren sueldos más altos, y a la vez le dicen al obrero que hay que trabajar más y cobrar menos, ¡pero bueno! ¿Por qué no se para un rato la rueda y se reflexiona? Porque a los que mandan no les conviene, por eso no favorecen el pensamiento crítico, sino el transmitido por sus medios y por la educación, porque eso empieza en la niñez. Ahora lo de Bolonia es entregar la Universidad a los financieros e industriales. Y se estudiará lo que convenga para producir más."

 "Hay que reeducarse para no ser meros productores y consumidores como pretende el sistema. Hay que razonar primero y crear después. Si hay libertad de pensamiento, habrá libertad", ha dicho Sampedro.


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