lunes, 29 de abril de 2013

CINCO MINUTOS EN EL LIMBO


El 5 de marzo de 1916 se hundía frente a las costas de Brasil el trasatlántico de lujo Principe de Asturias, el más grande y moderno de la compañía española Pinillos, con 600 personas a bordo y que cubría la ruta Barcelona-Buenos Aires.

Este navío fue construido en los astilleros Rusell & Co de Glasgow en 1914 y era el mayor mercante español de la época con características muy similares al Titanic, construido también en los mismos astilleros.

El 17 de febrero de 1916 el Principe de Asturias zarpó del puerto de la Ciudad Condal, con 600 personas a bordo y cinco mil toneladas de carga. Como curiosidad, entre la carga había veinte estatuas de bronce que servirían para construir un monumento conmemorativo a la República Argentina y 40.000 libras esterlinas de oro. Además, en sus bodegas viajaban clandestinamente centenares de inmigrantes que huían de una Europa arrasada por la Primera Guerra Mundial. Tras hacer escala en Valencia, Cádiz y las Palmas de Gran Canaria, el Principe de Asturias cruzó el Atlántico y se aproximó a las costas brasileñas con la intención de entrar en el puerto de Santos, cosa que no fue posible porque una gran tormenta impidió la maniobra. En la madrugada del 5 de marzo con unas condiciones marítimas muy adversas, olas de más de ocho metros y vientos huracanados, hacían colisionar al Principe de Asturias con los arrecifes de Punta Pirabura. El impacto abrió una gran vía de agua en el casco a la altura de la sala de máquinas, provocando una explosión. El agua inundó rápidamente el buque y además provocó un fallo generalizado del sistema eléctrico que hizo imposible enviar un mensaje de socorro. El barco se escoró hacia babor muy rápido, lo que impidió descolgar los botes salvavidas y en poco más de cinco minutos fatídicos el Principe de Asturias desapareció bajo las aguas de las costas de Brasil, llevándose consigo la vida de 450 personas oficialmente. A esta siniestra cifra abría que sumar los cientos de personas que huían de la Primera Guerra Mundial y viajaban furtivamente hacinados en las bodegas. Cinco minutos de confusión, de caos, de miedo. Cinco minutos en los que la muerte te hecha su aliento en el cogote. Cinco minutos luchado por tu vida.

A pesar de la tremenda tragedia, el suceso es una historia desconocida, posiblemente eclipsado en su época por el Titanic. Este tipo de naufragio es el más común a lo largo de la historia de la navegación marítima, un navío arrastrado hacia la costa por una colosal tormenta. 

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