martes, 27 de enero de 2015

RAMAKIEN


No es una marca de teléfono móvil de un país emergente asiático, sino una de las historias épicas más fascinante de la mitología tailandesa. A la altura de la fabulosa mitología griega, Ramakien es un cuento colmado de devoción, romance, magia, aventura, acción, fantasía, dioses, semidioses, monos fantásticos y hasta ogros tremebundos. En el Ramakien el elenco de personajes es espectacular y variopinto, todo es grandioso, incluido el paisaje y el entorno oriental tan enigmático para occidente. Inspirado, como todos los cuentos, en la imaginación del pueblo indio, se fue extendiendo hacia el Nepal, Tailandia, Indonesia, Vietnam y China. Cada región ha adaptado la historia a sus tradiciones y ámbitos, llegando a representarse artísticamente de muy variadas y pintorescas formas, todas ellas impregnadas de un cariz oriental.

El Ramakien es la epopeya nacional de Thailandia, que proviene de la épica hindú Ramayana. La palabra se deriva de la palabra sánscrita Ramakhyan donde Akhyan significa "una larga historia o épica". La versión tailandesa de las leyendas fueron escritas en el siglo XVIII, durante el reino de Ayutthaya, a raíz de la caída del gobierno de Sukhothai. La historia reconocida hoy fue compilada en el Reino de Siam, bajo la supervisión del rey Rama I, el fundador de la dinastía Chakri, que todavía mantiene el trono de Tailandia. Entre los años 1797 y 1807, Rama I supervisó la redacción de la edición conocida e incluso escribió algunas de sus partes. También fue durante el reinado de Rama I que comenzó la construcción del tailandés Gran Palacio de Bangkok, que incluye los terrenos del Wat Pra Kaew, el templo del Buda de Esmeralda. Las paredes de la Wat Pra Kaew están lujosamente decoradas con pinturas que representan escenas del Ramakien. Son un ejemplo de la grandiosidad de esta historia que ya se escuchaba dos milenios atrás. 

La trama es más o menos así: El príncipe Rama es desterrado de su reino por orden de su malvada madrastra. Rama y su amada Sita se ven obligados a vivir a la intemperie, en el bosque, donde ella es vilmente raptada por el rey de los ogros, el temible Ravana. Rama, con la ayuda de su hermano, en un acto de nobleza y caballerosidad, se lanza a la arriesgada misión de rescatar a su amada. Para alcanzar el éxito de tan peligrosa empresa logra el apoyo del rey de los monos mágicos liderado por el dios-rey Hanuman. Tras enfrentarse con el imponente ogro Ravana, el príncipe Rama consigue liberar a su amada, como no podía ser de otra manera.

El Ramakien de Rama I es considerada una de las obras maestras de la literatura tailandesa y se ha convertido en un componente fijo de su cultura. Todavía se lee y se enseña en las escuelas del país. Esta preciosa historia tradicional tiene grandes similitudes con otras narraciones épicas tradicionales de cualquier parte del mundo. Parece ser que el ser humano, tiene pocas ganas de ser humano.


martes, 20 de enero de 2015

YO SOY VALLECANO


Si pudiera elegir el próximo campeón de liga, sin lugar a dudas elegiría al Rayo, al Rayo Vallecano. Y además, creo que muchos de vosotros también elegiríais al Rayo, la prueba evidente consiste en pensarlo unos segundos y comprobar el resultado. Mi equipo (tiene gracia esa forma de hablar, "mi equipo"), nunca ha sido el Rayo Vallecano, pero también puedo afirmar lo contrario, el Rayo Vallecano es mi equipo, porque tarde o temprano, lejos o cerca, es el equipo de todos. Por su debilidad frente a los mastodontes podría ser un David risueño volteando su honda, por su valentía en el inmenso campo de batalla podría ser un D'Artagnan audaz esgrimiendo su espada, por su resistencia y obstinación podría ser el mismísimo Miguel Strogoff cruzando la helada estepa rusa plagada de enemigos para cumplir con su cometido, por su habilidad navegando entre mares tempestuosos podría ser el intrépido capitán Nemo avanzando rumbo directo a la ensenada. 

El Rayo Vallecano, Vallecas, es todo esto y mucho más. Representa la ilusión del frágil e insignificante por salir adelante en una liga, o en un país, repleto de personajes soberbios, irrespetuosos y narcisistas. El Rayo, Vallecas, es como Oliver Twist, siempre viviendo en la pobreza y a pesar de ello es el más rico, el del corazón más grande, el más humano y el más solidario. En Vallecas te puedes encontrar a Muñoz Molina en una cantina tomando anotaciones y girar la cabeza y tropezarte con Pablo Iglesias charlando de política con el camarero. Más de seiscientos mil vallecanos, la cuarta o quinta capital de España, habitan en un barrio colosal, desgarrador y genuino, donde las banderas están rasgadas en pos de la libertad y la igualdad.

El monstruo obrero está despertando al este de la ciudad inundando de esperanza a toda España. Al este del edén madrileño, está saliendo de su guarida el dragón ateo-laboral para terror los conservadores y los que se hacen pasar por socialistas. Esperemos que esta revolución no se quede solamente en lo estético, tampoco puede pedirse que venga Einstein con la camiseta del Rayo Vallecano para cambiar el mundo y mejorar la vida, pero hay que desearlo y a veces los deseos se hacen realidad. El dragón anda suelto por la calle luchando por la caída de los valores conservadores y la destrucción de unos principios demasiado capitalistas y poco o nada humanos. Los líderes conservadores y fingido-socialistas pugnan entre ellos por derribar a ese dragón empuñando la espada del capitalismo con el respaldo de oro de bancos y megaempresas.

Si tuviera que elegir las diez personas más distinguidas de España, eligiría diez vecinos de Vallecas al azar. Ahora el Rayo Vallecano, Vallecas, juega en Primera y hasta puede que veamos a Einstein con una camiseta de Rayo. 

martes, 13 de enero de 2015

NI JUSTICIA DIVINA, NI ESPADA DE DAMOCLES


Si alguien piensa que el tiempo será el justiciero que caerá sobre aquel que roba y abusa utilizando su posición para tales fines, ese alguien se confunde de pleno. Ese carterista que nos roba el monedero limpiamente, tan bien lo hace que no nos enteramos, vive sentado en el sillón de cuero de un enorme despacho donde recibe a sus compinches y planea como amasar fortuna, además como no podía ser de otra manera debido a su enorme vanidad, lo hace sin mucho disimulo. En ese despacho parece que nunca se trabaja para el fin verdadero que fue creado, o quizá sí, depende cual sea el fin, ese despacho es como una especie de tapadera de una tapadera. Él, vestido con su traje Emilio Tucci última temporada, también pagado por el erario público, tiene una mente mesiánica, se cree a pies puntillas que él y los que son como él tienen el derecho y el deber de dominar al pueblo y llevarlo por el camino que ellos consideren, porque el pueblo aborregado es ignorante, según ellos, y una masa inculta es fácil de manejar. Por eso no pueden soportar que el pueblo tenga la cultura y educación necesarias que les capacite para pensar, organizar, crear y decidir que esos caciques de antaño no sigan al frente de esta sociedad abultando sus bolsillos y despreciando a todo aquel que no se alinee a su doctrina. 

No se puede esperar que la justicia divina actúe y sea la que al final ponga y quite, eso jamás sucederá, la justicia divina no existe, solo es un axioma, una idea relacionada con la religión inculcada a través de los siglos. Quizá, antiguamente era una manera de controlar al pueblo, el miedo al infierno, la justicia divina…, el poder de la iglesia ya no es lo que era aunque todavía tiene sus leales secuaces que quieren seguir viviendo del cuento. La justicia divina de hoy es la justicia terrenal, la ley de aquí y ahora. Ese miedo al castigo divino se ha transformado en el miedo a ir al "trullo" y pasarte el resto de tus días encerrado entre cuatro paredes mientras te dan por culo (literalmente) dependiendo del servilismo y tus contactos en ese submundo. Ahí es donde deberían terminar esos carteristas vestidos de Tucci, pero claro, la lengua del demonio llega a muchos oídos y el ser humano es como es, los pecados siempre son dulces. Los muy fariseos saben que hilos mover para marcharse de rositas gracias a los favores que les deben y los que han hecho, unos ejecutados para llegar a su cargo y otros concedidos gracias a poder que le otorga ese mismo cargo una vez asentado en la poltrona, y así vivir tranquilamente forrados de pasta conseguida después de delinquir reiteradamente durante muchos años amparados en su sistema interno al más puro estilo del hampa.

La espada de Damocles tampoco caerá sobre aquellos que ostentan un gran poder, es otra fábula como la justicia divina. Cuenta la historia que Damocles fue al parecer un cortesano excesivamente adulador en la corte de Dionisio I, un tirano de Siracusa, Sicilia, en el siglo IV a.C. Propagó que Dionisio era realmente afortunado al disponer de tan gran poder y riqueza. Dionisio, deseoso de dar una lección al adulador, se ofreció a intercambiarse con él por un día, de forma que pudiera disfrutar de primera mano su suerte. Esa misma tarde se celebró un opíparo banquete donde Damocles gozó siendo servido como un rey. Solo al final de la comida miró hacia arriba y reparó en la afilada espada que colgaba atada por un único pelo de crin de caballo directamente sobre su cabeza. Inmediatamente se le quitaron las ganas de los apetitosos manjares que le sirvieron y las hermosas mujeres que había pedido, y pidió al tirano abandonar su puesto, diciendo que ya no quería seguir siendo tan afortunado.

Ciertamente, reconozco que tienen el tinglado muy bien montado. Al principio de los tiempos era el tirano, el rey de turno junto con la justicia divina, la iglesia, los que gobernaban y dominaban al pueblo. Por supuesto ese sistema de dominio les proporcionaba toda clase de favores y riquezas, ellos hacían y deshacían a su antojo. Hoy en día parece que todo sigue igual, pero solo parece. Las bases de una sociedad democrática, el cumplimiento de las leyes y la ecuanimidad en la implantación de un sistema educativo y sanitario públicos de calidad están haciendo posible el milagro de la evolución social. Algunos se empeñan mediante recortes sociales en mantener la justicia divina o la espada de Damocles como axiomas de nuestra sociedad, pero ahora que comienza un año electoral, de nosotros depende que eso no sea así.