martes, 28 de enero de 2014

100 AÑOS NO SON NADA


Este jueves pasado (23 de enero de 2014) una maravillosa vida se extinguió, la vida de Ludivina Pérez López, mi abuela. Nació en otra época, casi en otro mundo, en el año 1913; solo puedo imaginármelo y seguro que me quedo corto. Sobradillo, un pequeño pueblo charro casi tocando con Portugal, la vio nacer y crecer durante sus primeros años de vida. Nació en el seno de una familia humilde y trabajadora, gente de campo, gente sencilla. Fue la tercera hija de siete hermanos; Pepa, Juan José, Jesús, Delfina, Antonio y Quico (el único en vida todavía con 94 años).

A los 27 años se casó con Domingo y poco después como a todas las generaciones de aquella época, la vida se le complicó enormemente. Vivió indirectamente dos Guerras Mundiales y muy directamente una trágica Guerra Civil. ¡Cuantas batallitas hemos oído de nuestros abuelos!, ¡cuanta hambruna, cuanta muerte, cuantas penurias y cuanto odio sin sentido! Cuantas veces la oí decir: “Hasta las cáscaras de naranja nos comíamos."

Cualquier persona que haya vivido esas atrocidades tiene un sentido de la vida diferente. Ella, gracias a su extrema fortaleza y la sabiduría que le dieron los años, consiguió salir adelante. Tuvo tres hijas, de las cuales una de ellas falleció a la pronta edad de siete años, una enfermedad se la llevó injustamente. Junto a su marido Domingo, vivió lejos de sus queridas tierras salmantinas durante un tiempo, los avatares de la época la obligaron, pero al final volvió a Sobradillo, su hogar, su amada tierra que la vio nacer y crecer. Su tierra, de la que sin saberlo estaba enamorada, y sin saberlo también, me trasmitió ese amor por ese pueblo y esas tierras.

Recuerdo con enorme felicidad los meses de verano en casa de mi abuela, allí en Sobradillo. Iba a pasar las vacaciones y para mí eran las mejores vacaciones del mundo, mi único deseo era ir al pueblo. Recuerdo que mi abuela siempre estaba presente, con su alegría, con su energía, con su amor incondicional hacia sus nietos y la correspondiente adoración de sus nietos hacia ella. 

En el año 1980 su marido Domingo murió de un trágico accidente. Ella sufrió lo indecible pero siempre se sintió querida y arropada por su familia y nos correspondía con creces. Sus hijas, su nietos y bisnietos siempre la adoraron. Fue una grandísima mujer que compartió su vida con todos y para todos.

Como ella deseaba y después de tanto esperar, ni más ni menos que 33 años, por fin se cumplió su sueño de reunirse con su querido Domingo. Me alegro por ella, me alegro por haber compartido toda mi vida a su lado, me alegro por haber disfrutando de instantes felices con ella que siempre estarán en mi recuerdo y formará parte de mi vida. Me alegro porque ella me dio la vida sin saberlo y ahora estoy aquí presente. Me alegro porque una persona tan maravillosa como ella ha vivido 100 años, esparciendo sus semillas de amor y humanidad. Me alegro porque es justamente lo que a ella le gustaría, que estuviera alegre. 

Aunque parezca mucho nunca es suficiente y 100 años no son nada al lado de una persona como mi abuela Ludivina.

martes, 21 de enero de 2014

LA ISLA DE STEVENSON


Stevenson entra en nuestras vidas cuando todavía somos niños para no marcharse nunca más. Comienza a leérsele desde muy joven, y entonces las peripecias narradas superan con creces las expectativas creadas por el lector. Más tarde nos inventamos los motivos placenteros que nos acercaron a su obra, pero sin lugar a dudas siguen actuando a lo largo de nuestra vida, desde la adolescencia hasta la ancianidad, plagándola de esa alegría que solo la lectura de los mejores clásicos, antiguos o contemporáneos, proporciona a quien se acerca a ellos con un ápice de sensibilidad.

Con los dedos de la mano podrían contarse los clásicos de la literatura decimonónica que han llegado hasta el siglo XXI en el estado de frescura y de plena actualidad con que se presenta a nuestros ojos de ansiosos lectores posmodernos la obra del autor de Jekyll y Hyde

Robert Louis Stevenson (1850-1894) nació en Edimburgo, vivió en diferentes ciudades de Europa y Estados Unidos y finalmente se trasladó al Pacífico Sur, a la isla de Samoa, donde se estableció con su familia hasta su óbito. Su estrecha relación con los aborígenes del archipiélago y el modus vivendi tan fusionado con el entorno natural, indudablemente influyeron en la creación de La isla del tesoro, obra inmortal que nos adentra en un universo literario inolvidable y sobre la que Stevenson dijo: "Nunca ha habido un niño que no haya buscado un tesoro enterrado, que no haya querido ser pirata en el océano o bandido en la montañas". Ahí es nada.

martes, 14 de enero de 2014

EL FALSO ENAMORAMIENTO


La docilidad con que los humanos convierten sus intereses en sentimientos que esconden un egoísmo manifiesto y hasta cierto autoengaño fabulado, lleva a pensar que algunos hombres y (ahora quizás me confunda o me incline mayoritariamente hacia ellas por su supuesta debilidad) muchas mujeres se enamoran, mejor dicho creen enamorarse, por intereses absolutamente personales que en muchos casos son pura avaricia.

Los criterios que se marcan sin vacilación para encontrar una persona que sea aceptada como posible pareja, hacen que el propio hecho de tenerlos sea un handicap pernicioso para descubrir el verdadero amor. Esos principios clasistas arraigados en personas con un perfil conservador, tales como la diferencia económica o de clase social o de nivel cultural o las tres a la vez, son la base de las pautas a seguir en un método en el que prevalecen los intereses por encima de los sentimientos y una vez que se han cumplido esos intereses, florece una sensación adulterada y simulada que se empeñan en llamar hipócritamente enamoramiento.

Los que se afanan por seguir manteniendo las diferencias sociales y en el fondo abogan por una reparto de la riqueza desequilibrado, los que dividen entre "los que tienen dinero" y "los que apenas tienen dinero" y además amparan esta división porque para ellos "sin pobres nunca habrá ricos", los que no quieren un pueblo cada vez más culto y formado con una educación pública igual para todos los ciudadanos, los que no quieren consentir que el hijo o la hija de un humilde hortelano o de un alfarero sea el representante del pueblo; todos esos, son los que jamás sabrán lo que es enamorarse.

Los Nikis en una de sus canciones ya cantaron un aforismo popular muy acertado para definir esta tortuosa relación entre intereses y sentimientos: "por el interés, te quiero, Andrés", y a continuación podría añadir uno de los seudónimos de Mariano José de Larra, Andrés Niporesas.

viernes, 10 de enero de 2014

UNA GRAN CONQUISTA


Todos los que conocemos y vivimos o hemos vivido en Madrid, admitimos que es una fantástica ciudad en muchos aspectos. No recuerdo quien dijo alguna vez que Madrid es como un pueblo grandote, sus gentes, en su mayoría llegada de pueblos y capitales de provincia de sus alrededores hacen que sea una ciudad con un entrelazado social muy humano, campechana y abierta, en su sentido más amplio. Por supuesto que a lo largo de las décadas hay y habrá momentos menos lustrosos que con el paso de los años acabaremos olvidando, porque la memoria es selectiva y claro, mejor quedarte con los recuerdos buenos que con lo malos. Estos tiempos de decadencia llegarán, es lógico e inevitable, pero seguro que los ciudadanos de Madrid saldrán adelante, todos juntos, unidos, es la formula para conseguir grandes logros. De momento una gran conquista realizada por sus ciudadanos, abogados, enfermeros, médicos, pacientes y cualquier hijo de vecino de este pueblo grandote; todos juntos actuando unidos por una causa justa han conseguido paralizar la privatización de la Sanidad Pública, que como reza su nombre, es pública y no privada.

martes, 7 de enero de 2014

UN VALOR ADJETIVO


Del dinero (del latín denarius, denario, moneda romana) se dice que es todo medio de intercambio común y generalmente aceptado por una sociedad que es usado para el pago de bienes, servicios y cualquier tipo de deuda. El dinero, posiblemente apareció para facilitar el comercio, el trueque, y el intercambio de bienes hace ya unos cuantos siglos.

Las primeras monedas que se conocen, se acuñaron en Lidia, la actual Turquía en el Siglo VII A. de C., eran de electro aleación natural de oro y plata, ya que para todos los pueblos el oro era el metal mas valioso seguido de la plata, patrón que se traslado a la fabricación del dinero. Durante siglos en Grecia, casi 500 Reyes y 1.400 ciudadanos, acuñaron sus propias monedas, y se estableció la costumbre de adornar cada moneda con el dibujo de su emblema local y se creó el primer sistema monetario unificado, que, con la caída del imperio se derrumbó, entonces obispos, nobles, propietarios y diversas localidades se dedicaron a acuñar monedas, esta dispersión fue habitual hasta la época de Carlo Magno, que reformó el sistema en el siglo VIII y devolvió el control de su emisión, al poder central. El pionero en utilizar billetes, fue el emperador mongol, Kubali Khan en el Siglo XI, para él, era el certificado de propiedad de una cantidad de monedas de oro en Europa, en sus inicios, los billetes eran certificados sobre la existencia de un depósito de oro en un banco. A finales del Siglo XVI, cuando el publico empezó a usarlo para saldar deudas y realizar pagos, los bancos emitieron certificados por cantidades fijas, los primeros billetes oficiales se emitieron en 1694, por el Banco de Inglaterra, así nació un nuevo tipo de dinero, el fiduciario, a diferencia de las monedas de la época el billete solo tenía valor representativo de un valor que intrínsecamente no tiene.

A partir de este momento se acentuó esa facultad de dar valor a algo que no lo tiene, esto es, manipular y mentir de manera legalizada, precisamente esto es lo que representa el dinero hoy en día, una menear sencilla de mangonear y dirigir nuestras vidas con el engaño creado de que el dinero es la clave principal para vivir y por tanto para conseguirlo tenemos que dar nuestra vida, todo esto con el amparo y el patrocinio de los que mandan, que mira tu por donde, son precisamente los más dinero tienen.

Los refranes populares sobre el dinero: "Que más quieres Federico, si eres guapo y eres rico", "poderoso caballero es Don Dinero"… reflejan el poder de atracción que ha tenido y tiene el dinero desde el punto vista social vinculándolo con la belleza y el poder. No voy a decir que nos podamos olvidar del dinero si realmente queremos vivir integrados en la sociedad actual que nos ha tocado lidiar, pero tener claro que el dinero es simplemente un atributo nos ayudaría a liberarnos de ese peso que el capitalismo nos intenta cargar.

"La sociedad de consumo no me convencerá de otra cosa de que el dinero no es sino un valor adjetivo al lado del hombre", si somos capaces de asimilar esta reflexión de Miguel Delibes, habremos conseguido algo realmente positivo.