martes, 14 de junio de 2016

ALI CONTRA CLAY

Fieles a su estilo de ver la vida como si fuera un espectáculo, los norteamericanos crearon un mito que terminó engullido por si mismo. El pasado 3 de junio falleció Mohamed Ali a los 74 años, nombre “artístico” que él mismo apadrinó borrando el de nacimiento, Cassius Clay. Tras vencer a Sonny Liston, campeón mundial del momento, decidió cambiar su nombre en un ciego apogeo de gloria. En aquel combate periodistas y aficionados le daban como perdedor claro y cuando por fin ganó, desde lo alto del cuadrilátero comenzó a gritar: ¡Tráguense sus palabras! ¡Soy el mejor! ¡El mundo entero está pendiente de mí! Al día siguiente reveló que cambiaría su nombre por el Mohamed Ali, conferido por el líder de la Nación del Islam, Elijah Muhammad, que significa “El amado Dios”. 

La parodia americana no tiene límites, un tipo gana el trofeo mundial de dar puñetazos y se siente un Dios. Esto es lo que pensaría un neófito en la materia. Pero Ali, o mejor dicho, la figura de Ali, significó mucho más. Aparte de sus éxitos sobre el cuadrilátero: medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Roma 1960, campeón mundial de los pesos pesados en 1964 a la edad de veintidós años, título que posteriormente revalidó en varias ocasiones, su enorme influencia social marcó a toda una generación desde el punto de vista político y las lucha de clases sociales a favor de los afroamericanos, tan denostados en aquella época de los sesenta. Su fama mundial llegó a ensombrecer a los mismísimos Beatles, las grandes personalidades deseaban fotografiarse a su lado, el fenómeno social arrastraba a las masas. Ali, o lo que él representaba, se convirtió en el centro del mundo.

Ciertamente, creo que en su interior durante mucho tiempo se libró una batalla. Un cruento combate entre Ali y Clay. Él amaba Estados Unidos, pero también lo odiaba. Lo había dado todo y gracias al boxeo logró la gloria para él y para un país que rechazaba a los que eran como él, negros. Un país capaz de lo mejor y de lo peor, como lo han sido otros en otras épocas.



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