Martin Luther King proclamó magistralmente que hay una conducta más escandalosa que la de los malvados y es el silencio de los hombres "buenos" que callan y miran para otro lado sin protestar de las maldades.
Me siento en el deber de secundar esta proclama, pues no solo hay que reivindicar siempre el derecho a la palabra, como suprema declaración de nuestra humanidad, es necesario consumar el deber de usarla a favor de nuestra dignidad o la de otros. Y este uso tiene que hacerse en total libertad, sin coacción y pleno entendimiento. Estos factores son fundamentales para ejercer el derecho a la palabra con independencia. Ningún medio de comunicación está libre de conminación, por lo tanto, periódicos, televisiones y radios no ejercen ese derecho a la palabra libremente. Es uno de los grandes defectos o beneficios (según quien lo mire) del capitalismo, la subyugación del hombre por el capital, el que posee un gran capital es el que somete a otros a cambio de un pequeño capital, y en esta dominación está incluido el control de la palabra que va desde manipularla hasta silenciarla.
Más que nunca, se hace necesaria y primordial una educación libre, pública y de calidad. Asignaturas como Filosofía o Literatura cada vez más defenestradas, porque los del gran capital creen que no son productivas, son las asignaturas que nos enseñan a pensar y crear opiniones propias. Son asignaturas que nos adiestran para ejercer ese derecho a la palabra de forma libre y lúcida. Son asignaturas que habría que potenciar en lugar de degradar.
El derecho a la palabra va íntimamente ligado a la libertad, no dejemos perder lo más preciado que tiene el hombre por no alzar nuestra voz a favor de la dignidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario