jueves, 24 de octubre de 2013

522 MÁS EN EL ALTAR


Con la que está cayendo, en medio de esta crisis profunda social, política e institucional que divide dolorosamente a este país, la gloriosa Iglesia ha tenido la desfachatez, sin cortarse ni un pelo, de beatificar 522 religiosos asesinados en la Guerra Civil y pasar por alto, como el que se toma dos cafés en vez de uno, el por qué de aquella matanza entre hermanos, el golpe de estado gestado por los militares franquistas a un gobierno democrático.

En el transcurso de la ceremonia el papa Francisco envió un mensaje neutro, sin atreverse a tocar hueso. Por lo que parece para él es más fácil comer con la misma cuchara que el pueblo, vestirse con una sotana simple, utilizar un coche que no sea ostentoso y darse un baño de masas popular que mencionar, aunque sólo sea de pasada, a los mártires que generaron los crímenes del franquismo. 

Me cuesta mucho creer que un argentino, con la formación que debe tener el papa, no fuera capaz de hallar las palabras al menos inciertas, suaves, inofensivas, si no es por el pánico pavoroso a incordiar a la derecha tradicional, que es perseverante en su doctrina. Y esto ahora que gobierna la derecha, pero cuando llegue el día que le toque gobernar a la izquierda, desgraciadamente el cuento no cambiará y enredados en el mismo pánico no harán nada para terminar de una vez por todas con esta vergüenza.

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