martes, 14 de julio de 2015

PRIMAVERANO

Parecerá redundante pero tengo que decirlo: qué calor. Es el comentario del día, de la tarde y de la noche. Aparte de la crisis económica, política y social que aplasta a los ciudadanos griegos y la fuga del “chapo Guzman” a través de un túnel de kilómetro y medio con luces y ventilación y uno setenta de altura (un túnel como dios manda), el tema del día, desde hace tres semanas es el calor que nos agobia.

Recuerdo el clima de mi infancia, hace treinta años, que no es nada. Los inviernos eran inviernos, helaba durante dos meses día tras día y nevaba de tanto en tanto. De mañana, camino al colegio, rascaba los cristales helados de los coches y pisoteaba charcos helados, sentía como se quebraba el hielo bajo mis pies. Los niños de entonces jugábamos con nieve en las ciudades, ahora hay que irse a la montaña. Hoy, treinta años después, no hiela ni un solo día al año y la nieve forma parte del cuento de Santa Claus. 

La primavera era primavera, florecía la vegetación, llovía con ganas, no hacía falta la bufanda y los guantes de invierno, pero si una chaqueta. La primavera duraba tres meses, a veces se estiraba unas semanas el invierno (aquello de "hasta el cuarenta de mayo…") o el verano se encogía. Hoy, la primavera no existe, en cuestión de dos o tres semanas pasamos del invierno suave de ahora, al verano. Un verano que comienza flojo durante un mes y después repunta con temperaturas asfixiantes. Me da la sensación que las famosas “Cuatro estaciones” de Vivaldi son incomprendidas hoy en día. Se han quedado en el rumor lejano de un genial compositor.

Tenemos que ir adaptando la lengua a los tiempos, tarea que nos corresponde todos los hablantes. La Real Academia Española de la Lengua solo se limita a reflejar estos cambios. En vez de cambiar el significado de las palabras, creo que es más adecuado crear una nueva. Además, en este caso, la lengua nos lo ha puesto a huevo (que decía Fernandito), primavera + verano = PRIMAVERANO. De hecho, y ya que estoy lanzado se me ocurre la siguiente: invierno + otoño = INVIERNOTOÑO. ¿No está mal verdad? No lo hemos hablado, pero igual que la primavera se ha quedado en nada, el invierno parece que también. El invierno son unos días algo más frescos del otoño, algún día esporádico amaga con hacer frío de verdad, pero solo es un amago. 


Nos empeñamos en dividir el año en cuatro estaciones, pero en realidad son dos. Los momentos del año en los que el Sol alcanza su mayor y menor altura aparente en el cielo son los solsticios, y se producen dos veces al año: El solsticio de verano el 20 o 21 de junio (Primaverano) y el de solsticio de invierno el 21 o 22 de diciembre (Inviernotono). Los equinoccios de marzo y septiembre son los puntos intermedios entre los solsticios. Es como si marcamos el medio entre arriba y abajo, cuando los periodos reales y diferenciales son arriba y abajo. Por lo tanto, propongo una actualización de la nomenclatura estacional del año marcada por el giro del planeta Tierra y el Sol, y por el clima bipolar que tenemos. Es solo una disgresión, cada uno que piense, diga y haga lo que crea conveniente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario