martes, 22 de noviembre de 2016

EN EL PUNTO DE MIRA

Como si fuera el asesino de Martin Luther King apostado al otro lado de la calle esperando a que su víctima saliera de una de las habitaciones del hotel Lorraine, o del propio John F. Kennedy cuando circulaba en coche junto a su esposa Jacqueline por la plaza Dealey de Dallas; Santiago Sánchez, propietario de una empresa de rótulos, se apostó con un fusil de asalto AK-47 (más conocido como Kalashnikov) en la habitación 412 del hotel Villa Real de Madrid, situado a 30 metros del la puerta de los leones del Congreso de los Diputados, para tener en el punto de mira al proclamado nuevo rey de España, Felipe VI. Pero no disparó. No era su intención, solo quería demostrar los enormes fallos de seguridad que pudieron conducir a un magnicidio y evitar así posibles atentados. Lo grabó todo y lo colgó en internet. Y no era la primera vez que lo hacía. Eso fue lo que declaró cuando lo detuvo la policía.

En los videos se ve perfectamente al monarca en el punto de mira, y no solo a él, sino también a la reina Leticia y a la plana mayor del Estado: al presidente Mariano Rajoy y a varios ministros y altos cargos. En sus incursiones asegura que pudo matar 12 veces a Juan Carlos I y seis a Felipe VI. Su modus operandi siempre era el mismo. Llegaba a un hotel cercano con la maleta cargada de armas, pagaba en metálico y esperaba el momento. Todo muy fácil. Jamás tuvo un problema con los controles policiales.

Su fecha preferida era el 12 de octubre. Durante varios años se apostó el una habitación de la cuarta planta del hotel Palace. En la voz el off de las grabaciones se podía escuchar perfectamente: "Una vez más, estámos en el hotel Palace. Tenemos a todo el Gobierno y a parte de la familia real en nuestro punto de mira. Todo se repite como un 'déjà vu', todos los ministros en el pasamanos, los jefes de la oposición en las tribunas, la alcaldesa de Madrid, el presidente de la Comunidad de Madrid y la nueva presidenta de la comunidad andaluza. Una vez más, estamos situados en nuestro puesto de francotirador, con nuestras armas preparadas, esperando el momento adecuado para abrir fuego. Por suerte, de forma simulada". En una de esas ocasiones Santiago entró con varios francotiradores al hotel y ocuparon diferentes habitaciones. Afirma en un video que “podía haber sido en magnicidio más grande de la historia. La tribuna de autoridades habría quedado arrasada con una ametralladora M-60”. En esas imágenes aparecen varios rifles. Santiago asegura que intentó contactar de forma infructuosa con diferentes autoridades para mostrar los errores de seguridad y evitar lo que él pudo perpetrar con tanta facilidad.


¿Qué hubiera sucedido si en un momento de éxtasis Santiago se hubiera sentido amo del destino de España y hubiera apretado el gatillo? ¿Quién reinaría? ¿La infanta Elena o su ex Jaime de Marichalar? ¿La otra infanta, Cristina, la que no se entera de nada de lo que hace su marido Urdangarín, o el propio Urdangarín, del que ya no se habla y robó lo que pudo y más con el amparo de la Casa Real? ¿Y Sofía, la mujer (por decir algo) de Juan Carlos I? ¿Por qué no? Sería algo así como la Reina de Inglaterra, pero de España. Más guay, ¿verdad?, aquí hay más sol y más fiesta. ¿Y si nos olvidamos de la frase “A rey muerto, rey puesto” y evolucionamos hacia una sociedad un poquito más democrática y se decide que todos los que componen la familia real (que no son pocos) se ganen el pan trabajando y dejen de vivir como reyes solo porque sean “hijos de”? ¿Y si Santiago le hubiera metido una bala en el entrecejo a Rajoy? ¿Lo hubieran enterrado junto a Fraga y compartirían mausoleo eternamente o quizá hubieran trasladado a la difunta pareja de gallegos al Valle de los Caídos junto a su querido Paco? ¿Y si Santiago se hubiera emocionado y con el calor del trajín de los disparos no hubiera dejado títere con cabeza sobre la tribuna de autoridades? Y quien dice Santiago, dice cualquiera, visto lo visto.

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