martes, 18 de octubre de 2016

AND THE WINNER IS…

Para valorar con criterio es necesario conocer datos concretos y fidedignos. Es algo a tener en cuenta y exigible, sobre todo a los que siempre hablan de generalidades: datos concretos. Facilitaré alguno. En los Nobel de Literatura hay grandes ausentes: Proust, Joyce, Kafka, Borges, Nabokov, Lorca, Machado, Galdós y un largo etcétera. Pero sí están Kipling, Mann, Faulkner, Camus, Juan Ramón Jiménez, Steinbeck, Sartre, Neruda, García Márquez…

Los vaivenes imponderables, y eso que hoy todo se acepta como si nada, que han surgido tras otorgar el premio Nobel de Literatura 2016 a Bob Dylan están haciendo correr ríos de tinta. Tal vez sea eso lo que buscaba la Academia Sueca, crear polémica y que el personal no se hiciera el “sueco” y hablara de la Academia más que del premio o del premiado, o mejor dicho, de los escritos del ganador. Y digo ganador porque es lo que ha parecido, una especie de Eurovision interplanetaria con un espléndido evento planificado para el próximo 10 de diciembre en el que un speaker presentará a bombo y platillo, bajo un potente cañón de luz, al flamante ganador del Nobel de Literatura 2016. Quizá en la mente de algún académico y académica (hago constar ambos géneros no por ese modismo absurdo que últimamente se estila, sino porque considero importante, en este caso, evidenciar los dos géneros) brotó de su subconsciente esta imagen glamurosa y no pudo resistirse. Ya se sabe, la carne es débil. Se olvida muy pronto en los tiempos que corren aquello de “recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás”.

Pues por mucho que soñaran tal vez se quede solo en eso, en un sueño. La Academia Sueca (esto me suena a mujer grande y rubia, el subconsciente trabaja por su cuenta) lleva cuatro días intentado comunicarse con el bueno de Bob sin ningún resultado positivo. El nuevo y flamante Nobel de Literatura se hace de rogar o es un niño travieso que no respeta a nada y a nadie. Vamos, o es un arrogante o un inmaduro. Va a su aire. Está tan saturado de premios y honores como cualquier mortal de cortarse las uñas de los pies. Llegado el momento casi hasta molesta. Solo espero que si al final acude a la entrega de premios, en vez de un discurso simplón, se cante unas coplas guitarra en mano.

Y llegados a este punto, quizá tengamos que añadir en la lista de ausentes a Joaquín Sabina.

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