martes, 15 de julio de 2014

SI URBANO LEVANTARA LA CABEZA


El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, está de moda. Dicho así, parece algo áspero de digerir, "arzobispo" y "Canterbury" no son palabras muy actuales, pero si tenemos en cuenta que ese señor anunció recientemente que el próximo año en Inglaterra tendrán la primera mujer obispo, la cosa cambia. Por lo visto, estos día tuvo lugar una votación de obispos, clérigos y laicos (como les gusta diferenciar clases de hombres) en la sala de York, que fue retransmitida online a través de la web de la iglesia anglicana, una prueba más de que están de moda. Se votó a favor de permitir la ordenación de mujeres obispo. De los obispos: 37 votaron a favor, dos en contra y una abstención (siempre está el típico temeroso de Dios y también temeroso del hombre, en fin, temeroso hasta de su sombra). De los clérigos: 162 votaron a favor, 25 en contra y 4 abstenciones. Por último, de los laicos: 152 a favor, 45 en contra y 5 abstenciones. De estas votaciones se pueden sacar varias conclusiones: una amplia mayoría votó a favor, el grupo de obispos es mucho menor y exclusivo (justo lo que quieren) y los laicos fue el grupo con más votos en contra, asunto que no acabo de entender, porque si no profesas ninguna religión imagino que los preceptos que estas tengan te dan bastante igual, siempre y cuando no sean perjudiciales para el resto de personas y en este caso no lo parece.

Por otro lado, mientras las religiones controlan los hilos de la política y la economía y tienen un brazo civil para hacer cumplir sus mandamientos, rara vez dan muestras de tolerancia. El ejemplo del catolicismo es evidente: las religiones se hacen tolerantes cuando se debilitan, cuando pierden poder terrenal. Esto también se puede aplicar a los gobiernos actuales, si se sienten fuertes, sabedores de un gran poder económico en su entorno, intentan a toda costa imponer su criterio, caiga quien caiga; en cambio, si no tienen esa fortaleza son más transigentes y sociables. 

Un ejemplo fueron las Cruzadas. En el siglo XI, las ciudades más importantes del norte de Italia querían recuperar el control del comercio de Oriente. Los turcos controlaban los pasos marítimos y terrestres hacia los lugares santos y los centros de comercio. Para vencer este obstáculo se conjuraron los intereses mercantiles y los políticos del papa Urbano II, cuyo objetivo era controlar a toda la cristiandad mediante la dominación de la ciudad de Constantinopla, la actual Estambul, paso obligado entre Europa y Oriente. Así, como tapadera de este cúmulo de intereses con la magnífica excusa de recuperar los lugares sagrados de Oriente y proteger a los cristianos de esas zonas, Urbano promovió la Primera Cruzada. Hacia allá partieron miles de hombres embaucados para matarse con otros tantos miles de hombres al grito de "Deus lo volt" ("Dios lo quiere"). Esto es lo que ocurre cuando una religión fuerte (o algunos hombres en nombre de esa religión) controla los poderes políticos y económicos. Es evidente que podríamos decir lo mismo de un gobierno fuerte.

Parece ser que en Inglaterra la religión católica del siglo XXI no es la del siglo XI en Italia y después de diez siglos no está en su mejor momento, gracias a Dios, valga esta contrariedad. Me pregunto si al papa Francisco "la voz de Dios en la tierra" (impresionante y sobrenatural título) le parecerá bien que el próximo papa sea una mujer, visto lo visto es el siguiente paso. Por ejemplo y para continuar estando de moda, podría ser el papa Jessica I, o quizá la mama Jessica I.

No hay comentarios:

Publicar un comentario