miércoles, 28 de agosto de 2013

JAYNE MANSFIELD


La inteligente y exuberante, aunque parezca infusible, Jayne Mansfield tuvo una brillante carrera como actriz lamentablemente sesgada en un santiamén de forma "guillotinesca", suceso que siempre se intentó ocultar.

Capaz de hablar fluidamente cinco idiomas, esta políglota rubia platino tenía un coeficiente intelectual mucho más alto que la media, junto con un físico espectacular, hacía que en su época fuera la estrella del celuloide hollywoodiense que brillaba con más fuerza, incluso más que Marilyn Monroe. Chica Playboy en 1955, casada tres veces, tenía cinco hijos, se le atribuían romances con los Kennedy (parece que todas las actrices de la época pasaban por la alcoba de esta familia), fue protagonista de una larga lista de películas, llegando a ser la envidia de sus camaradas. Reconocida internacionalmente, aunque debido a su muerte prematura no alcanzó nunca las cotas de popularidad de Marilyn, llegó a ser una actriz sex symbol muy popular.

Cuando estaba en la cumbre de su carrera, rodeada de una nube de glamour, un trágico accidente de coche cortó en seco su mundo de fantasía. El coche se chocó contra la parte trasera de un camión metiéndose debajo y seccionando toda la parte superior del coche. La historia nunca escrita dice que encontraron el cuerpo de Jayne Mansfield decapitado, pero para preservar su imagen se mantuvo en secreto este macabro aspecto del accidente.

La imagen celestial que envolvía a la estrella se tenía que conservar intacta. Para todos esos millones de mujeres y hombres que vieron en ella algo especial hubiera sido muy duro ver su cuerpo decapitado, no sólo humanamente, sino como un ser fantástico y casi divino que está fuera de estos sucesos mundanos. Hubiera roto sus sueños, sus ilusiones y hasta sus aspiraciones, porque tenían un espejo en el que mirarse, una diosa en la que internar reflejarse, una meta tal vez inalcanzable pero que les hacía seguir avanzando. Porque como dijo Dostoievski: "No hay para el ser humano preocupación más constante que la de buscar, siendo libre, ante quién inclinarse".

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