Como
si fuera el asesino de Martin Luther King apostado al otro lado de la
calle esperando a que su víctima saliera de una de las habitaciones
del hotel Lorraine, o del propio John F. Kennedy cuando circulaba en
coche junto a su esposa Jacqueline por la plaza Dealey de Dallas;
Santiago Sánchez, propietario de una empresa de rótulos, se apostó
con un fusil de asalto AK-47 (más conocido como Kalashnikov) en la
habitación 412 del hotel Villa Real de Madrid, situado a 30 metros
del la puerta de los leones del Congreso de los Diputados, para tener
en el punto de mira al proclamado nuevo rey de España, Felipe VI.
Pero no disparó. No era su intención, solo quería demostrar los
enormes fallos de seguridad que pudieron conducir a un magnicidio y
evitar así posibles atentados. Lo grabó todo y lo colgó en
internet. Y no era la primera vez que lo hacía. Eso fue lo que
declaró cuando lo detuvo la policía.
En
los videos se ve perfectamente al monarca en el punto de mira, y no
solo a él, sino también a la reina Leticia y a la plana mayor del
Estado: al presidente Mariano Rajoy y a varios ministros y altos
cargos. En sus incursiones asegura que pudo matar 12 veces a Juan
Carlos I y seis a Felipe VI. Su modus operandi siempre era el
mismo. Llegaba a un hotel cercano con la maleta cargada de armas,
pagaba en metálico y esperaba el momento. Todo muy fácil. Jamás
tuvo un problema con los controles policiales.
Su
fecha preferida era el 12 de octubre. Durante varios años se apostó
el una habitación de la cuarta planta del hotel Palace. En la voz el
off de las grabaciones se podía escuchar perfectamente: "Una
vez más, estámos en el hotel Palace. Tenemos a todo el Gobierno y a
parte de la familia real en nuestro punto de mira. Todo se repite
como un 'déjà vu', todos los ministros en el pasamanos, los jefes
de la oposición en las tribunas, la alcaldesa de Madrid, el
presidente de la Comunidad de Madrid y la nueva presidenta de la
comunidad andaluza. Una vez más, estamos situados en nuestro
puesto de francotirador, con nuestras armas preparadas, esperando el
momento adecuado para abrir fuego. Por suerte, de forma simulada".
En una de esas ocasiones Santiago entró con varios
francotiradores al hotel y ocuparon diferentes habitaciones. Afirma en un video
que “podía haber sido en magnicidio más grande de la historia. La
tribuna de autoridades habría quedado arrasada con una ametralladora
M-60”. En esas imágenes aparecen varios rifles. Santiago asegura
que intentó contactar de forma infructuosa con diferentes autoridades
para mostrar los errores de seguridad y evitar lo que él pudo
perpetrar con tanta facilidad.
¿Qué
hubiera sucedido si en un momento de éxtasis Santiago se hubiera
sentido amo del destino de España y hubiera apretado el gatillo?
¿Quién reinaría? ¿La infanta Elena o su ex Jaime de Marichalar?
¿La otra infanta, Cristina, la que no se entera de nada de lo que
hace su marido Urdangarín, o el propio Urdangarín, del que ya no se
habla y robó lo que pudo y más con el amparo de la Casa Real? ¿Y
Sofía, la mujer (por decir algo) de Juan Carlos I? ¿Por qué no?
Sería algo así como la Reina de Inglaterra, pero de España. Más
guay, ¿verdad?, aquí hay más sol y más fiesta. ¿Y si nos
olvidamos de la frase “A rey muerto, rey puesto” y evolucionamos
hacia una sociedad un poquito más democrática y se decide que todos
los que componen la familia real (que no son pocos) se ganen el pan
trabajando y dejen de vivir como reyes solo porque sean “hijos de”?
¿Y si Santiago le hubiera metido una bala en el entrecejo a Rajoy?
¿Lo hubieran enterrado junto a Fraga y compartirían mausoleo
eternamente o quizá hubieran trasladado a la difunta pareja de
gallegos al Valle de los Caídos junto a su querido Paco? ¿Y si
Santiago se hubiera emocionado y con el calor del trajín de los
disparos no hubiera dejado títere con cabeza sobre la tribuna de
autoridades? Y quien dice Santiago, dice cualquiera, visto lo visto.
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