No sé por qué pero los alemanes siempre han gozado de buena fama en Estados Unidos, por lo tanto, de renombre mundial. Pongamos dos ejemplos que han sido clave para contagiar al resto de sus compatriotas y prácticamente a todas sus actividades sociales y económicas, ese axioma tan positivo y convincente capaz de persuadirnos de su excepcionalidad con solo decir que "es alemán", como si fueran de "sangre azul” o "el más listo de la clase".
Uno de ellos es Thomas Mann, el autor de La montaña mágica, una de las novelas más influyentes del siglo XX, sin despreciar Los Buddenbrook, otra de sus grandes obras. Nació en 1875 y murió en 1955. Alemán de pura cepa, vivió la Primera Guerra Mundial siendo muy nacionalista, en cambio en la Segunda se enfrentó al régimen hitleriano. Premio Nobel de Literatura en 1929, se exilió a Suiza y después a Estados Unidos, donde fue agasajado por varios presidentes norteamericanos. Finalmente regresó a Europa y murió en Suiza.
El siglo XX ha sido el siglo de los alemanes, para lo bueno y para lo malo, al menos en la vieja Europa y por extensión en gran parte del mundo. Todo ha girado en torno a ellos, igual que el XIX fue el francés con las Guerras Napoleónicas o el XVI el español con el descubrimiento y colonización del "Nuevo Mundo" y sus ilustres escritores del Siglo de Oro. De los alemanes admiro su capacidad de regeneración y evolución, pero me gustaría decirles con humildad, si es que me lo permiten, que en el siglo XXI algunos nos hemos hecho mayores y el tiempo y la capacidad de mirar hacia atrás sin perder de vista el presente y el futuro, nos ha hecho valorar otras cosas que no son alemanas. Cosas que no importa de dónde sean, cosas más humanas y cercanas, cosas realmente importantes para la vida de cada persona. Que Alemania fuera la cuna de Albert Einstein o Thomas Mann no le da derecho a nada, que tengan una fama creada a base eslogans sonoros tampoco les autoriza a nada, ni tan siquiera que sean el país más rico de Europa les otorga la potestad de dirigir los designios de los españolitos y otros europeos de forma taxativa y hasta denigrante como ocurre en los últimos años. Los siento Alemania, pero espero que el siglo XXI no sea el vuestro, ya hemos tenido suficiente con el siglo XX.
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